LA PISCINA


Siempre que iba a la piscina lo hacía a última hora. Había mucha menos gente y se estaba mejor. Su amiga Silvia, en cambio, prefería ir al medio día, pero aquello era un agobio: las calles estaban llenas de gente, siempre tenías alguien nadando detrás que te obligaba a mantener un ritmo; y por encima al salir, las duchas y los vestuarios, estaban abarrotados.

En cambio por la noche, una hora antes de cerrar, ya no había casi nadie. Y sobre todo si echaban un partido en la tele, o como en este caso, en vísperas de un puente. Así sí que daba gusto, tenía la piscina para ella sola. Sólo quedaba un par de señoras mayores en el yakuzi, pero ya estaban recogiendo. Así que dentro de un rato podría ir al vestuario y ducharse y cambiarse tranquilamente, a su ritmo.

Al terminar los largos que le restaban cogió la toalla y se fue hacia los vestuarios.

Al entrar esbozó una sonrisa al comprobar que no había nadie y tenía todo para ella. Era casi como estar en casa.

Se duchó tranquilamente, sin prisas, se puso los pantalones verdes ajustados que había traído, una camiseta blanca y se dirigió hacia el espejo para peinarse un poco.

Mientras se peinaba, escuchó a sus espaldas cómo se abría la puerta del vestuario. Alguna chica se habría olvidado algo, o quizás era la mujer de la limpieza, porque no debía quedar nadie más.

De pronto se asustó al ver reflejado en el espejo el guarda de seguridad del complejo!

Pero que descarado! Debía haber llamado a la puerta antes!! Y si la pillaba desnuda??... aunque se arrepintió al momento ya que a lo mejor se trataba de una emergencia y por esos entraba sin llamar…

Pero no, no podía ser, su cara no reflejaba ninguna alarma, y por encima llevaba unas gafas de sol puestas. Unas gafas de sol dentro de la piscina??

Estos de seguridad se lo tenían muy creído. A este ya lo tenía calado, lo había visto más de una vez en la entrada, con los brazos cruzados delante del pecho, con ese uniforme negro que le quedaba demasiado ceñido. Con las mangas remangadas enseñando los bíceps, y el pantalón ajustado para marcar paquete y culo. A esos tíos no los aguantaba.
Además siempre llevaba unas esposas colgando del cinturón y una porra de típica película americana. Se creería que era un policía o qué? Sólo le faltaba la pistola!

-Linda War? –preguntó el guarda dirigiéndose a ella…

Sabía su nombre. Pero claro, era socia y tenían su foto, así que no había que ser muy inteligente…

- Sí, soy yo. Ocurre algo?

- Soy de Seguridad y vengo a notificarle una incidencia -respondió el tipo. Su voz era grave y denotaba autoridad. O más bien una falsa autoridad, porque fuera de las paredes del recinto este tío no era nadie.

- Pasa algo? –preguntó sintiéndose un poco culpable al pensar todo eso del chico. Tal vez había ocurrido algo en la piscina y al pobre le habían dicho que avisara a todo el mundo. Y ella estaba allí poniéndolo verde.

- Hemos estado revisando las grabaciones de las cámaras de seguridad de la piscina y hemos comprobado que ha infringido una serie de normas.

- Infringido unas normas? –preguntó extrañada. Que supiera cumplía todas las normas de la piscina: llevaba unas chanclas de plástico, se duchaba antes de entrar al agua, siempre entraba y salía por la escaleras y no cruzaba las calles a nado… que supiera no había más normas.

- Sí –continuó el de seguridad sin quitarse las gafas de sol-. Hemos comprobado que el pasado… -saco una pequeña libreta que llevaba en el bolsillo de atrás del pantalón - …el pasado día 28 usted entró el agua sin haberse duchado antes.

El día 28? Pero si estaban a mediados del mes siguiente. Qué le estaba diciendo? Ella se duchaba todos los días antes de entrar… bueno, hubo un día que no, pero era porque no había agua caliente y hacía muchísimo frío. Pero eso había sido como hacía dos meses (o más) y no era tan importante como para llamarle la atención. Seguro que no era la única que no se había duchado un día.

- Y además –continuó el agente buscando en su libreta – según nos consta aquí el día 3 y el día 10 usted orinó en la piscina. Lo que está completamente prohibido por motivos higiénicos y de seguridad.

Estaba loco?? Qué había echo pis en la piscina???? Estaba chalado o qué??
Pues no, ella no hacía pis. Bueno, vale que a lo mejor un día, pero el día 3 y el día 10?? Y llevando el control de los días? Y además cómo sabía que había echo pis? Ese tipo estaba mal de la cabeza. Tenía que decírselo al director. El próximo día iría a hablar con él y le diría que tenía trabajando a un segurata chalado.

- Mira –no estaba dispuesta a tratarle de usted como hacía él- aquí el único que ha infringido las normas eres tú. Tenías que haber llamado a la puerta del vestuario antes de entrar. Son normas básicas de educación.

- Espere, porque aun no he terminado –continuó él haciendo caso omiso a lo que estaba diciendo- Además de todo esto, se han producido unos robos en los vestuarios y hemos estado investigando…

- Robos? Y eso qué tiene que ver conmigo? –le interrumpió ofendida. Ahora ya sólo faltaba que la acusara de robarle cosas a la gente!

- Las fechas de las denuncias coinciden con días en los que está usted en la piscina… el pasado 28 hubo un robo en los vestuarios masculinos, y otro más el día 10 sin ir más lejos. Y ambos días usted se encontraba dentro de estas instalaciones. Además siempre es usted la última en salir.

- Claro! Porque trabajo y esta es la hora en la que puedo venir, y por encima hay menos gente! –respondió alzando la voz. Se estaba empezando a enfadar.

- No es necesario que se ponga así –dijo él, pero su tono no mostraba comprensión, era casi una orden - si no es culpable no tiene nada que temer…

- Pero qué culpable?? Ni que ocho cuartos??

- Le repito que se tranquilice –la interrumpió él-. Si hace el favor de enseñarme el contenido de su mochila podremos acabar con este asunto y podrá marcharse a su casa.

Pues claro que se iba ir a su casa!

Y el próximo día iba a hablar con dirección y pediría la baja! Cómo podían acusarla de robo? En base a que se duchaba la última. Eso no tenía ningún sentido, no sería más lógico robar cuando había más gente? Además decía que los robos se habían producido en el vestuario masculino! Y eso qué tenía que ver con ella?

- Está bien –respondió ella. Lo mejor era no discutir más, le mostraría la toalla y el champú que llevaba dentro de su bolsa y se marcharía de allí –. Tengo la mochila allí, en la taquilla –dijo dirigiéndose hacia allí enfadada.

Él la siguió detrás.

- Aquí está la mochila –dijo abriendo la puerta de la taquilla- como puedes ver sólo tengo una toalla, el champú, el traje de baño y un pequeño neceser.

- Si hace el favor de sacar el contenido se lo agradecería –dijo él.

- Está bien –respondió ella, pensando en lo tonto que era el tipo. Pero no quería aguantarlo más, que se fuera cuanto antes.

Metió la mano dentro y sacó su toalla.

- Esta es mi toalla.

- Sí, ya la veo. Continúe por favor.

- Este es el champú… –dijo sacando el bote que tenía.

- Esta es una camiseta que llevo de muda –dijo sacando otra camiseta que siempre llevaba de repuesto...

-Eso no parece una camiseta –dijo él.

Un segundo! lo que tenía en la mano no era su camiseta. Pensaba que había cogido su camiseta, pero aquello no era suyo.

- Eh… esto… - estaba pensando. Ya se daba cuenta de que no era su camiseta. Estaba pensando si tal vez su hermana le había cogido la mochila esta semana, o si su madre le habría puesto a lavar la ropa…

Pero no, aquello no era una camiseta. Se fijó bien, y por la forma y el tamaño más bien parecían unos calzoncillos. Pero qué hacían unos calzoncillos en su mochila??

- Si hace el favor de continuar… -dijó él guarda de seguridad.

Ella estaba confundida. Su mente aún seguía barajando posibilidades para averiguar de dónde podían haber salido aquello.

Metió la mano nuevamente, sacando otra prenda… pero para su sorpresa lo que apareció allí eran unos slips de chico. Esta vez no cabía la menor duda.

No tenía sentido ninguno.

- Vaya, vaya, vaya… -dijo él con una sonrisa y un tono superior.

- Esto no es mío! –se defendió ella.

- Sí, en eso estamos los dos de acuerdo. Definitivamente eso no es suyo –se mofó él.

- No. Quiero decir que NO es mío, que alguien lo ha debido meter ahí.

- Pero la taquilla estaba cerrada con llave? –preguntó él.

- Sí, claro! Siempre la dejo cerrada con llave –argumentó ella- Pero estas cerraduras son una porquería y cualquiera puede abrirlas -se defendió ella-.

- Vaya!! Así que es una experta en cerraduras? –dijo él. Su tono era serio y no mostraba el menor sarcasmo - Así que estas cerraduras las abre cualquiera?

- No! No estoy diciendo eso –estaba sacando sus palabras fuera de contexto.

- Por favor vacíe el contenido de la mochila dentro de la taquilla –ordenó él.

Ya no estaba segura de lo que hacer. Lo mejor era no ponerse borde. Algo raro estaba pasando y era mejor no liarlo más hasta que se aclara del todo. Así que cogió la mochila y le dio la vuelta volcándolo todo.

Allí estaba su camiseta! Y su neceser… pero también había más ropa, y una cartera!! Y unas llaves!! Y un reloj!!!!!!

-Esto no es mío!... Ni esto tampoco! –dijo ella, echándose para delante y revolviendo entre las cosas que habían caído en el interior de la taquilla.

En ese mismo momento notó como él le cogía las muñecas por la espalda y con un rápido y ágil movimiento le ponía las esposas.

-Qué haces? –preguntó ella indignada sintiendo como el acero rodeaba sus muñecas. Intentó soltarse pero estaba esposada!

-Vamos a aclarar todo este asunto y no quiero más sorpresas –dijo él.

-Veamos que tenemos aquí –continuó él aproximándose hasta la taquilla– . Esto parece una cartera. – la cogió entre sus manos y la abrió, sacando un carnet de identidad – Oscar Pazos Caujo -leyó en alto... Sí, uno de los socios de esta piscina.

-Y esto…? - Dijo él cogiendo con la mano un pequeño trozo de tela que asomaba en un lado-… nada más y nada menos que unos calzoncillos!! –dijo él blandiendolos delante de su cara.

- Es la primera vez que los veo!!

- Sí, claro. Seguro… A lo mejor es que te gusta ponértelos? No? –y con un rápido movimiento de la mano, que la pilló desprevenida por completo, le bajó unos 20 centímetros los pantalones dejando a la vista su ropa interior – Me he equivocado, parece que hoy llevas puestas unas bragas.

Aunque tenía las manos a la espalda, pudo subirse el chándal con los dedos dando unos pequeños movimientos de cadera. Estaba indignada.

- O a lo mejor lo que te gusta es olerlos, no? –y se los puso encima de la nariz y la boca, restregándoselos por la cara.

- Pero qué haces?! Estás loco? –dijo ella apartando la cara.

- Así es como tratamos aquí a las ladronas guarrillas fetichistas.

- Pero si yo no lo he robado!!! –se quejó- alguien ha debido ponerlo ahí.

- Sí. Eso dicen todos cuando los pillamos. Y ahora me dirás que este reloj lo puso alguien ahí también, no? –dijo levantando el reloj en alto.

- Sí, no es mío… - había cambiado por completo su actitud. De echo incluso la trataba de tú ahora. Este tío estaba majara perdido. Se le había subido la autoridad a la cabeza.

- Veamos que escondes en el neceser –le interrumpió él ignorando sus repuestas y vaciando el contenido poco a poco - …desmaquillador, algodón, unas tiritas, suavizante… y esto? –preguntó sacando una especie de cubilete de cristal pequeño.

- No sé lo que es –respondió ella. Parecía una cámara de fotos, pero era muy pequeña y estaba como enfrascada en una carcasa de cristal.

- Es una cámara de video –dijo él- de esas espías que las dejas en la ducha, o en los vestuarios para espiar y ver cómo la gente se desnuda…

- Queeé? –dijo ella - Eso no es mío –se sentía enfadada y humillada por sus absurdas acusaciones.
- Contra la pared! VAMOS!! –le ordenó empujándola contra una de las taquillas.

Era la primera vez que la esposaban y con los brazos a la espalda se sentía desvalida e impotente a merced de ese energúmeno.

- Ahora voy a tener que cachearte!

- Qué? – se quejó ella

- No quiero más sorpresas. La gente como tú no es muy predecible y vete a saber qué más puedes tener escondido… El año pasado cogimos a un tipo que le gustaba robar las bragas y olfatearlas. Luego se masturbaba con ellas y las tiraba a la piscina. Y resulta que siempre andaba con una navaja encima. Así que hay que andarse con mucho ojo.

Pero qué iba a tener escondido si la había cogido secándose el pelo? Llevaba un pantalón de chándal y una camiseta, no había lugar donde esconder nada…

- Separa las piernas -sintió su aliento cerca de su oído.

Le puso una mano sobre su hombro derecho mientras hacía fuerza con una de sus botas en los tobillos para que separara las piernas. Estaba detrás de ella, pero demasiado cerca para su gusto.

De pronto notó que algo rozaba sus manos.

Intentó apartarlas para un lado, pero no podía moverlas con las esposas. No sabía lo que había sido, pero parecía el pantalón de él. Había sido breve, pero no le había gustado.

De nuevo notó ese roce, esta vez había sido más prolongado, como restregándose. Pero antes de que pudiera decir nada él la estaba cacheando los brazos, desde sus manos hasta sus hombros.

- Aquí no hay nada –dijo aproximándose al oído de ella y apoyando nuevamente aquello contra sus manos- Ahora vamos a ver aquí –continuó situando sus manos en las caderas de ella, y moviéndolas hacia sus axilas, dando pequeños golpes cada pocos centímetros– tampoco hay nada

- Lo que hay que tener mucho cuidado es con los aros de los sujetadores, es el lugar idóneo para esconder cuchillas afiladas –continuó él, desplazando las manos por debajo de sus pechos. Levantándoselos lentamente, casi podría decirse que acariciando más que cacheando, la parte inferior de los mismos. Para descender de nuevo lentamente hasta sus caderas.

Aquel cacheo era una vulgar excusa. Se estaba aprovechando de la ocasión para manosearla.

Se agachó detrás de ella. No le gustaba tenerlo ahí detrás, pero no podía hacer nada.

- Ahora vamos a comprobar las piernas –dijo poniéndole sus dos manos en su tobillo derecho y comenzando a subir por la pierna – Es un procedimiento rutinario, no tienes porque ponerte nerviosa.

Pero esta vez subía demasiado lento.

Así no se hacía.

Se daban palmadas cada 10 o 15 centímetros como antes, pero no se acariciaba así lentamente con los dedos. Sentía sus manos desplazarse suavemente por encima del pantalón del chándal, en sus pantorrillas, un momento más tarde en sus rodillas, para subir, enlenteciéndose aun más cuando llegó a sus muslos.

La mano que iba por el interior del muslo comenzó a ejercer un poco más de presión. La podía sentir como subía muy despacio, centímetro a centímetro, a mitad de muslo, un poco más arriba, si seguía así se la iba a meter en la entrepierna… cada vez iba más despacio, pero estaba llegando casi a donde comenzaban las bragas… hasta que de pronto la presión desapareció…

- Tranquilícese –le dijo él – soy un profesional. Sé lo que estoy haciendo. No se ponga nerviosa.

Un profesional, sí. Lo que le quedaba era un día en ese trabajo, cuando mañana a primera hora volviera y se lo contara al director a este tipo lo ponían de patitas en la calle.

Comenzó con la otra pierna, repitiendo lo mismo que antes. Acariciándole los gemelos, el interior de las rodillas y ralentizándose al llegar al muslo. Esta vez en vez de llevar la mano completa por el interior del muslo, le dio la sensación de que sólo le pasaba un dedo… pero no estaba segura. Quizás eran los nervios. Subía y subía muy despacio. Y al igual que antes se ralentizó aun más cuando faltaban apenas cinco centímetros para su entrepierna. Ahora eran sólo cuatro centímetros, pero le parecía que ahora trazaba pequeños círculos que cada vez se acercaban más y más. Y de repente notó que le rozaba las bragas. Muy poco, pero se las había rozado, estaba siguiendo la línea que separaba sus dos piernas…

- Eh! Pero qué haces? –dijo enfadada dando un golpe hacia atrás con el culo.

- Qué pasa? No te gusta? –replicó él al momento agarrándola del pelo y tirándole hacia atrás. Ella tuvo que mover la cabeza para evitar el dolor.

Tenía su rostro apenas a unos centímetros de ella. Y de nuevo volvía a sentir aquello en sus manos. Ahora no le cabía duda, se trataba de su entrepierna, y la estaba frotando, restregándola contra sus manos esposadas.

- Así es como tratamos aquí a las guarrillas ladronas –continuó- . No las queremos en nuestra piscina –y mientras decía esto ella notaba como estaba haciendo algo con la mano que le quedaba libre. No podía mover la cabeza porque la seguía teniendo apresada por el pelo. Pero él estaba hurgando algo ahí atrás. No sabía el qué.

De pronto escuchó una cremallera… Y poco después el sonido de tela.

Un pensamiento cruzó por su cabeza. Pero no podía ser cierto.

No podía ser verdad.

Si no se equivocaba aquel majadero se había desabrochado los pantalones y los había dejado caer….

No, no podía ser eso.

Tenía que ser otra cosa.

Intentó mover un poco la cabeza para mirar hacia abajo, pero un ligero tirón en el pelo, le hizo darse cuenta de que no debía intentarlo.

Seguro que se le había caído algo, la libreta tal vez. O una camiset…

Y entonces lo notó en las manos esposadas.

Tenía algo caliente entre las dos palmas, algo que desprendía calor y palpitaba. Sabía perfectamente que se trataba de su pene, pero su mente se negaba a aceptarlo.

Intentó abrir las manos para deshacerse de su contacto, pero él las apretaba con la mano que tenía atrás impidiendo que las abriera. Si no fuera por las esposas ella podría soltarse, pero era incapaz de separarlas.

Lo notaba perfectamente. Notaba cada latido de esa cosa en sus manos. Su calor. Su tacto característico.

- Qué estás hac… -pero no pudo terminar la frase al sentir un tirón en el pelo.

Apretó aun más sus manos y comenzó a moverlo de atrás a delante. Muy despacio.

Notaba como su miembro se deslizaba a medida que él adelantaba las caderas. Notaba como la suave piel le rozaba sus palmas, mientras él seguía empujando. De pronto se paró y empezó a retroceder, otra vez muy lentamente, hasta que notó la punta húmeda llegaba hasta sus palmas.

Empujó nuevamente, y esta vez notó como él tocaba con su pene su culo. Se estaba masturbando usando sus manos!! Era increíble!! Era un obseso y un guarro!!!

- Sabes lo que voy a hacer ahora, no? –le dijo sin parar de arremeter contra ella. Con cada embestida ella notaba como aquello crecía más entre sus manos - Ya no vas a tener que robar más ropa interior, ya no vas a tener que olfatearla. Ahora vas a probarlo de verdad. Ahora lo vas a sentir en tu cara, en tu boca, en tu coño, en tu culo, pero DE VERDAD.


Con cada arremetida su pene le golpeaba las nalgas. Cada vez con más fuerza. Y sus manos estaban humedecidas con esa sustancia que se desprendía de la punta y se escurría para deslizarse entre sus dedos. Era una sensación asquerosa.

- Sabes lo primero que voy a hacer? -Le dijo tirándole aun más del pelo sin parar de moverse-. Lo primero que voy a hacer es follarme tu boca. Te vas a poner de rodillas delante de mí, te voy a meter mi polla dentro de tu boca y me la vas a comer toda. Entera hasta el fondo.

No podía creer lo que estaba oyendo. Ese tipo era un maníaco! Un obsceno paranoico con delirios sexuales y además su lenguaje dejaba mucho que desear.

Pero antes de que pudiera decir nada le ordenó:

–DE RODILLAS, VAMOS! –y tirándole aun más del pelo la obligo a arrodillarse. Era imposible resistirse si no quería que le arrancase un jirón de cabellera.

Tenía la cabeza girada hacia la izquierda, y el se encontraba a su derecha, así que apenas podía ver lo que hacía.

Notó nuevamente su pene… Esta vez en la nuca.

Comenzó a moverlo lentamente, siguiendo su cuello de un lado hasta el otro. Muy despacio, acercándose hasta la barbilla, acercándose al lóbulo de su oreja. Regresó hasta la nuca un momento, para seguir la línea de la barbilla. Notaba perfectamente su calor y sobre todo la humedad que desprendía de la punta.

Ahora avanzaba muy lentamente hacia su mejilla, como zigzagueando, dejando un rastro húmedo por donde pasaba. Comenzó a seguir la curvatura de su mejilla, trazando círculos concéntricos, muy pequeños al principio, y ampliando el radio cada vez más.

Ella intentó separar la cabeza, pero era inútil. Si seguía así llegaría hasta su boca.

Los círculos continuaron hasta que la punta se aproximó al borde exterior de su boca. Al llegar allí en vez de dirigirse hacia sus labios, siguió la línea que describía la comisura de su boca. Primero el labio de abajo, hasta llegar casi la mitad. Regresó de de nuevo y subió por el de arriba hasta llegar a su nariz. Podía sentir como esa sustancia viscosa le impregnaba todo los labios. Podía olerla. Era asqueroso.

- Y ahora sabes lo que voy a hacer?... –preguntó tirándo del pelo como para afianzar más su pregunta.

- Ahora me voy a follar tu boca –y en ese mismo momento le tiro del pelo hacia un lado, obligándola a girar la cabeza hacia donde se encontraba él, por encima de su hombro derecho. Vio con sus propios ojos, aquel pene erecto, que él sujetaba con furia entre sus manos.

- Y ahora vas a ser una chica buena y vas a abrir la boca! –le ordenó.

Lo tenía claro si creía que iba a meterle eso en la boca!!!

Vio como su mano dirigía la punta de su pene directamente a su boca. Ella cerró los labios firmemente, notando el calor y la humedad de la punta de su pene haciendo fuerza contra ellos. Hacía cada vez más fuerza, notaba como sus manos lo apretaban y como restregaba su punta contra sus labios. Notaba como conseguía introducirse entre sus labios, separándolos un poco, pero chocando contra los dientes. , Retrocedía y retiraba su pene para volverlo a intentar un instante más tarde… Pero no iba a conseguir que ella abriera la boca.

Sujetó su la cabeza con fuerza, para que no pudiera moverla y echarse para atrás y comenzó a masturbarse a unos milímetros de su boca moviendo su mano hacia delante y hacia atrás y agitando su pene delante de su boca. Con cada movimiento se la piel que cubría la punta se desplazaba hacia atrás y notaba como la piel desnuda del pene le tocaba los labios con cada embestida.

Aquello estaba cada vez más húmedo y esa sustancia le impregnaba los labios. Pero ella no iba a ceder. Ella no iba a permitir que le metiera aquello en su boca.

Pero aun así no desistía, seguía frotándose sin parar delante de su cara. Cada vez se movía más rápido, restregándosela toda por los labios, por la nariz, por las mejillas.

Hasta que de pronto se detuvo, soltándole la cabeza.

- Esta bien. Tú ganas… -dijo él mientras regresaba detrás de ella. Su respiración se notaba agitada.

Sí!!! Lo había conseguido!! No podía con ella. Estaba orgullosa de si misma. Si ese tipejo se creía que se iba a salir con la suya lo llevaba claro.

- Levántate –dijo poniéndole las manos en los brazos para ayudarle a incorporarse.

Pero en el momento en el que se levantaba, él la empujó hacia el banco que estaba delante de ella. Al tener las manos esposadas a la espalda, no pudo hacer nada, y si no fuera porque él la había sujetado mientras se incorporaba, se hubiera dado un buen golpe contra el banco.

Quedó boca abajo, encima del banco, con las manos en la espalda, las piernas colgando y la cara apoyada sobre su toalla. Era un banco largo y estrecho, almohadillado en la parte superior, donde la gente se sentaba para cambiarse.

Se tumbó encima e ella.

Notó como su pene le apretaba el pantalón.

- Esta bien –le susurró al oído- Si no quieres que te folle la boca, te voy a follar otra cosa…

Y sin mediar palabra le cogió el chándal y de un tirón se lo bajó hasta casi los tobillos, y con otro tirón rápido se lo quitó de las piernas.

Ella intentó rodar sobre si misma para darse la vuelta, pero en menos de un segundo notó como él se abalanzaba encima de ella, aprisionándole el cuerpo contra el banco. Notaba su pene perfectamente contra sus piernas. Estaba duro como una roca, y muy caliente.

Le cogió las bragas y tiró suavemente hacia arriba para que se le introdujeran entre sus labios. Aflojó la presión y de nuevo volvió a tirar mientras frotaba su pene contra el interior de sus muslos.

Volvió a hacer más de presión y ella tuvo que levantar las caderas para evitar que se le introdujera las bragas entre sus labios.

Y de pronto, con un tirón mucho más fuerte le rompió las bragas, arrojándolas a un lado.

Se apartó de encima, retrocediendo y situándose detrás de ella.

En ese mismo momento aprovechó ella para cerrar las piernas, pero había sido un error. Precisamente él había retrocedido para evitar esto. La cogió por ambas piernas y la arrastró hacia atrás hasta que sus piernas salieron por el borde del banco. El banco le llegaba hasta su tripa, pero su trasero estaba casi en el aire, con él justo en mitad de sus piernas para así evitar que ella pudiera cerrarlas.

Se echó hacia delante sobre ella y le dijo:

-Y ahora te la voy a meter en el culo.

Instintivamente intentó cerrar las piernas, moverlas hacia un lado, girarse… pero se dio cuenta de que por mucha fuerza que hiciera era inútil.

Mientras intentaba pensar en algún sistema para librarse se aquello, notó como él le ponía las manos sobre su culo. Empezando a hacer fuerza para separar sus dos cachetes.

Intentó volver a juntarlos, pero era imposible. No podía.

Y entonces notó con desagrado como él le escupía! Era un guarro!! Le acababa de escupir en todo el culo!!!

Le había echado saliva en la parte de arriba del culo, y ahora notaba como descendía, escurriéndose hasta su ano. Era un guarro. Volvió a escupir de nuevo, pero esta vez se lo había echado más abajo, para que fuera descendiendo más abajo, escurriéndose entre sus piernas y llegando hasta sus labios.

Él se aproximó hacia ella, tocándole con la punta de su pene en la parte superior de las nalgas, justo donde había escupido la primera vez.

Comenzó a descender muy despacio, siguiendo la línea interior de su culo. La punta estaba muy caliente, casi se podía decir que quemaba, y la notaba perfectamente, moviéndose, arrastrando lentamente la saliva que quedaba y mezclándola con aquella sustancia que no paraba de desprender.

Al llegar al ano, se detuvo sobre el orifico, inmóvil.

Y comenzó a ejercer presión. Muy levemente.

La presión fue en aumento y ella notó como la punta se introducía ligeramente. Muy poco, pero estaba entrando dentro de ella.

Intentó hacer fuerza y cerrar las nalgas, pero era incluso peor. Al hacer fuerza notaba aun más la cabeza de su pene. Era inútil.

La punta de su pene estaba entrando dentro de ella. Lo hacía tan despacio, tan lentamente que probablemente se creería que ella no lo iba a notar. Pero sí que lo notaba. Sentía como su ano se dilataba ante la presión de su miembro. Notaba como la piel de la cabeza del pene, se retiraba muy despacio, introduciéndose dentro de ella. Sentía cada una de las arrugas del pene. Iba poco a poco, muy lentamente, pero se la estaba metiendo dentro.

Volvió a aumentar la presión, notando como la punta de su pene palpitaba en el interior de su culo a medida que avanzaba unos milímetros más.

Era muy poco lo que le había introducido, pero era como tenerlo todo dentro de ella. Notaba como su humedad estaba cada vez más dentro de ella. Notaba como palpitaba en su interior. Como su pene se hacía cada vez más grande y más caliente.

De pronto la presión desapareció. Comenzó a retirarse muy despacio, hasta sacar su pene por completo del interior de ella.


Le daba la sensación de que había estado aguantando la respiración durante todo este tiempo. Y ahora sentía un alivio tremendo.

- Hay una cosa que todavía no hemos aclarado – dijo él.

Que majadería se le ocurriría ahora? Este tipo no estaba bien de la cabeza.

- Si hay algo que realmente me fastidia es que alguien orine en MI PISCINA –y dijo MI PISCINA con una voz que realmente hacía parecer que se tratara de algo suyo.

- Es como si alguien te invitara a su casa y tú se lo agradecieras orinándote en una esquina del salón…. –De qué narices estaba hablando? Había perdido la chaveta? Pero si ella no había ech…

Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando de repente notó algo caliente en sus manos. Había sido muy poco, sólo una pizca, pero lo había notado. Algo le caía por una de las palmas de la mano.
- Qué haces??? – preguntó ella, abriendo y cerrando las manos para que aquello, fuera lo que fuera se escurriera de allí.

Pero él no respondió.

Y al momento volvió a notar nuevamente, un poco más. Parecía un líquido caliente… muy caliente.

Le estaba escupiendo en las manos??

Pero no parecía saliva. Era demasiado líquida, y estaba demasiado caliente…

No podía ser verdad! Le estaba haciendo pis en las manos? Pero era muy poco. No podía ser. Sólo unas gotas?... No, debía de ser otra cosa… quizás había cogido alguna cosa, tal vez…

Pero esta vez sintió perfectamente como una pequeña ráfaga de líquido caliente le salpicaba la palma de la mano derecha. Era muy líquido, y muy caliente, y le llegaba el olor… no cabía duda de que estaba haciéndole pis!!!

Movió las manos abriéndolas y cerrándolas, frotándolas una contra otra para quitarse esa sustancia de encima. Era asqueroso.

De pronto notó como él le le volvía a separar sus nalgas!

Sintiendo un instante más tarde otra salpicadura, en la parte superior de su culo, justamente donde había escupido antes.

Ahora notaba como él líquido caliente bajaba por su trasero, entre sus dos cachetes. Esta vez había echado un poco más que antes y lo notaba descendiendo hasta su ano y descendiendo todavía más.

Volvió a echar otro poco más, y esta vez notó, como después de pasar por su culo, le llegaba hasta sus labios. La estaba poniendo perdida.

De pronto él se incorporó, saliendo de detrás de ella. Lo que ella aprovechó para cerrar las piernas con fuerza.

Iba a girarse sobre si misma, para darse la vuelta, pero notó como él se ponía en uno de sus costados. Era mejor permanecer quieta en esa posición. Estaba más protegida boca abajo que no boca arriba.

Él le volvió a agarrar del pelo con fuerza, tirándole hacia un lado y obligando a poner su mejilla contra el banco de metal.

Qué estaba planeando…

Notó un pequeño hilo de líquido caliente caerle por el cuello!!! Le bajaba desde la base de su nuca por todo su cuello.

Volvió a notar otra pequeña ráfaga que parecía aún más caliente. La estaba empapando…

Notó como la punta de su pene se apoyaba contra su mejilla. Estaba mojado, húmedo, empapado en una mezcla de orín y esa sustancia viscosa… Empezó a desplazarlo muy lentamente dirigiéndose hacia su boca.

Era asqueroso.

Llego hasta sus labios y ella los apretó con fuerza para evitar que aquella cosa nauseabunda la tocara. Pero aun así lo podía notar. La punta humedecida rezumaba ese líquido amarillento, y se lo iba a restregar por la cara…


Continuará…

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