LA LLAVE


Eran las nueve y media de la noche, acababa de salir del gimnasio. Desde hacía unos meses estaba haciendo pilates y le encantaba.

Aunque solía ir en autobús o andando, esta vez había cogido en coche ya que tenía que llevar unas cajas al estanco.

Al llegar a su casa con el coche, paró como siempre en la acera de enfrente y a unos metros delante de la entrada a su garaje. Esa era la mejor forma de hacer la maniobra de entrada a su casa. Y fue allí, al detenerse, que vio un reflejo extraño en la cerradura de la puerta del vecino.

Fijó la vista en lo que en un principio parecía una pieza metálica que colgaba de la cerradura. Quizás se le había roto. Metió primera y avanzó un par de metros para ver mejor qué era aquello; descubriendo un instante más tarde, que se trataba de un llavero, con sus correspondientes llaves.

Vaya! el vecino se había olvidado las llaves en la puerta!

Sería mejor que las cogiera, no vaya a ser que alguien las robara. Últimamente el barrio ya no es lo que era y había mucha gentuza que se podía aprovechar de una situación como esa. Así que salió del coche y se metió las llaves en el bolsillo.

Llamó al telefonillo por si acaso él estaba en casa, descubriendo que el botón se hundía sin fuerza y no daba señal. Tal vez estuviera roto. Aun así, insistió un par de veces más… en vano.

O no estaba en casa o no escuchaba el telefonillo. Decidió meter el coche en su garaje. Volvería dentro de un rato y probaría de nuevo.

Metió el coche en su garaje, aparcándolo al lado del de su padre. No había nadie en casa, sus padres estaban en la aldea y su hermana seguía en el estanco, así que subió arriba a la cocina y tomó un vaso de agua fresquito de la nevera.

Ya se disponía a subir a su habitación para quitarse la ropa del gimnasio y darse una ducha, cuando se acordó de las llaves del vecino! Casi se había olvidado! Qué despiste de mujer!

No sabía si esperar porque lo más probable es que no estuviera en casa... aunque a lo mejor se daba cuenta de que había dejado las llaves puestas y volvía a recogerlas.

"Bueno, no voy a darle más vueltas" se dijo a si misma. Si no me responde al telefonillo se las echo en el buzón y listo, así no me complico más.

Así que salió de casa, cruzó la calle y volvió a pulsar el botón del telefonillo. Esta vez fue más insistente que la anterior. Pero no hubo respuesta. O estaba roto (que parecía lo más probable, o él no estaba dentro de casa).

Bueno, no había problema, se las dejaría en el buzón. Así que levantó la presilla del buzón y arrojó las llaves dentro.

Pero para sorpresa suya, las llaves cayeron al suelo por detrás de la puerta!

"Pero qué clase de buzón es este?" pensó. Claro, por eso a veces hay tanto panfletos de publicidad tirados por la acera! El buzón debe estar roto y se abre por detrás.

Eso no sería un problema, si la puerta llegara hasta el suelo, pero era corta y quedaba un orifico grande por donde casi entraba una mano. Así que tampoco podía dejarlas allí, o arrojarlas hacia dentro por debajo de la puerta. Cualquiera podría cogerlas con un palo.

Pues se las dejaría dentro, en la puerta de entrada a su casa! No se iba a enfadar si la encontraba dentro, encima que le traía las llaves!, seguro que incluso se lo agradecía. Sí, sería una buena forma de conocerle, parecía un tipo simpático.

Así que respiró hondo, metió la llave en la cerradura y abrió la puerta con cuidado.

Asomando un poco la cabeza dijo en alto: "Hola?..."

Pero nadie respondió. Así que entró dentro, comprobando que la puerta del garaje estaba levantada y el coche dentro. Pero aparentemente no había nadie a la vista.

"Hola?..." volvió a repetir esta vez un poco más alto.

No hubo respuesta.

Había pensado dejar las llaves colgadas en la puerta del garaje, pero al estar levantada no podía. Bueno, pues las dejaría en las escaleras de entrada que se veían al fondo. Sí, era buena idea, no era plan de entrar en casa del vecino. Dejaría las llaves en las escaleras, allí las vería seguro.

Así que con paso rápido atravesó el garaje, rodeó el coche y dejó (aunque casi se podría decir que arrojó) las llaves sobre el primer escalón de las escaleras, dando media vuelta para salir de allí pitando.

Sin perder un segundo, rodeó de nuevo el coche para salir de allí, salió del garaje y cuando se aproximaba a la puerta exterior, le pareció escuchar el sonido de una puerta a sus espaldas, pero no quiso mirar para atrás. Lo más probable es que su imaginación la estuviera engañando, estaba muy nerviosa y los nervios te jugaban malas pasadas en esos momentos. Mejor era no mirar atrás, abrir la puerta y olvidarse de las llaves, volver a casa, cambiarse de ropa y darse una ducha.

Pero al llegar a la puerta de salida un escalofrío le recorrió la columna de arriba abajo, dejándola paralizada.

No era posible…. No podía ser.

La puerta de salida no tenía manilla por el interior! La única forma de abrirla era con las llaves que acababa de dejar en la entrada!!

Pero a quién se le había podido ocurrir aquello?? No tenía sentido!!!

Maldición! Y ahora qué hacía? Hasta pensó por un momento saltar por encima del muro… “Qué tontería!” pensó "tampoco es para tanto, simplemente le estoy dejando las llaves. No sé porqué estoy tan nerviosa! No es nada ilegal”. Pero a pesar de tratar de tranquilizarse a si misma no podía evitar que su corazón le latiera con fuerza.

Volvería a por las llaves y se marcharía por donde había venido. Ya se las daría otro día! Mejor así!

Si acaso ya se la tiraría por encima del muro… y… bueno, si no las encontraba… ese era su problema!.

Así que dió media vuelta, dirigiéndose de nuevo a por las llaves que había dejado encima del escalón. Entró en el garaje con el corazón en un puño, esperando encontrarse con el vecino en cualquier momento. A ver cómo le explicaba todo.

Volvió a esquivar el coche, y respiró aliviada al comprobar que no había nadie.

Lo sabía! el ruido que había escuchado antes habría sido en la casa de al alado, o lo más probable es que fueran imaginaciones suyas... quizás...

De repente sus pensamientos se vieron interrumpidos por una sacudida de su corazón.

No puede ser....

Esto es increíble...

Las llaves no estaban donde las había dejado!!!!

Echó las manos a los bolsillos, esperando inútilmente encontrarlas allí.

No estaban.

Miró en el suelo, al lado de donde las había colocado. Quizás la había arrojado con demasiada fuerza y habían caído por allí...

Pero tampoco estaban.

Entonces? El ruido que había escuchado antes a sus espaldas había sido real?. No se trataba de imaginaciones suyas? Lo más probable es que el vecino estuviera en casa y al bajar al garaje debía haber encontrado las llaves.

Maldición! Si no hubiera echado a correr tan despavorida, ya se las podía haber dado en la mano. Y hubiera evitado todo este rollo.

Y ahora?

Lo mejor era llamarle y explicarle todo. Era un malentendido, una tontería. Él se reiría, qué va! se reirían los dos juntos y ella se podría volver a su casa para olvidarse de una vez por todas de esta pesadilla.
Tomó aliento y decidió que eso era lo mejor, entraría en casa y se lo explicaría. Cuanto antes lo hiciera, antes terminaría todo.

Abrió la puerta de las escaleras que conducían al interior de la casa, asomó la cabeza y dijo: “hola?, hay alguien en casa?...”

Espero unos segundos y continuó “soy la vecina de enfrente. He venido a traer las llaves, pero es que… me he quedado encerrada y no puedo salir…”

No hubo respuesta. Las palabras se perdieron en el silencio de la casa.
Escuchó atentamente, agudizando el oído, esperando percibir algún sonido, algo que le diera una pista y le orientara… esperó… y… sí, le pareció escuchar algo en el piso superior.

Subió lentamente el pequeño tramo de escaleras que conducía al salón. Allí se quedo quieta, prestando más atención a aquel pequeño susurro que se escuchaba a lo lejos. Parecía música. Y parecía provenir del piso de arriba! Seguro que estaba arriba escuchando música. En su casa ella también tenía su habitación arriba!

A medida que subía el primer tramo de escaleras notaba como aquel murmullo lejano se transformaba en una melodía musical… y definitivamente provenía de arriba. Había que agradecer que hubieran enmoquetado las escaleras, así podía escuchar más claramente todo aquello y hacía menos ruido.

Todo empezaba a encajar. Él debería estar arriba escuchando música, por eso no la había oído cuando preguntó en la entrada…

Cuando alcanzó el descansillo del segundo piso, comprobó que todas las puertas de la casa estaban cerradas, pero la música ahora era más clara, e inconfundiblemente procedía del piso superior.

Subió el último tramo de escaleras, llegando a una puerta con un cartel que ponía “ACCESO RESERVADO”, qué gracioso! La música provenía de allí, así que este era el momento crucial.

Lo más seguro es que él se asustara al verla, así que tenía que tratar de ser educada, clara y muy concisa. Seguro que él la conocía de vista, así que dentro de lo malo, ya tenía algo a su favor.

Se miró de arriba abajo, arrepintiéndose de no haberse cambiado la ropa del gimnasio. Pero ya era demasiado tarde. La cuestión ahora era sonreír y salir de allí.

Puso la mano sobre la manilla de la puerta, pensando en cómo comenzar…“hola, perdona que esté aquí, pero es que me he quedado encerrada en tu casa…”, no. Eso no serviría… “Hola, soy la vecina de enfrente, supongo que me conoces, nos hemos visto varias veces….”, no. Demasiadas vueltas, había que ir al grano más rápido. “Hola me he encontrado las llaves en la puerta de tu casa, he entrado a dejarlas, pero resulta que no me he dado cuenta de que las necesito para salir…”, sí. Eso estaba bien, ese era el camino que tenía que seguir, una sonrisa y explicárselo todo para que no tenga dudas.

Adelante –pensó- respira hondo y no tengas miedo.

Tomó aliento, llamó a la puerta y la abrió de golpe diciendo:

“Perdona que te moleste, pero es que me he encontrado las llaves…”

No llegó a acabar la frase, ya que la habitación estaba vacía. Nuevamente maldición! Mira que tenía mala suerte.

La música que se escuchaba provenía de un coche en la calle, se oía a través de una de las ventanas que estaba medio entornada.

Se aproximó para mirar por la ventana. Desde allí veía su casa perfectamente. Estaba tan cerca… y a la vez tan lejos. Apenas un tiro de piedra, pero ahora mismo parecía un abismo infranqueable.

Si los tejados estuvieran más próximos, casi podría saltar de uno a otro pensó esbozando media sonrisa.

De pronto todos sus pensamientos se vieron interrumpidos por el ruido de una puerta! Alguien había cerrado una puerta en el piso de abajo!! Se quedó completamente inmóvil, intentando distinguir algún otro sonido.

Sí! Pasos!!… uno detrás de otro!!!. Alguien subía las escaleras!!!!

Maldición!!!

Justo a su derecha, casi debajo de la ventana había un par de sofás grandes. Sin pensarlo un segundo se refugió detrás de ellos, arrepintiéndose en el mismo momento en que lo hacía. Si había venido a buscar al vecino porqué se escondía? Pero es que había sido un acto reflejo!

El corazón le batía tan fuerte en el pecho que parecía imposible pensar con claridad. Decidió que era mejor no esconderse, que así lo único que conseguiría sería empeorar las cosas, era mejor salir de allí y tratar explicarle todo.

Sí, eso era lo mejor.

Pero un instante antes de que ella se levantara, la puerta se abrió de repente. Ella se quedó congelada, aguantando la respiración, detrás del sillón. Estaba allí inmóvil, quieta, sin respirar, sin pestañear.

Debía salir… pero no se atrevía.

Algo le decía que se levantara y le saludara, pero algo más fuerte le decía que ahora ya era demasiado tarde. Le daría un susto de muerte!

No, no… ahora ya era demasiado tarde.

Tenía que esperar a que se marchara. Ella ya saldría de la casa como pudiera. Incluso saltar el muro ahora no le parecía una idea tan descabellada.

Escuchó con atención, con el rostro pegado al sillón.

El chico había entrado, había cerrado la puerta y parecía que se aproximaba hacia donde estaba ella!

Era mejor no moverse. No dejarse traicionar por los nervios. En un momento él se marcharía de nuevo y ella podría escaparse.

De repente ella se quedó sin respiración.

Él se había acercado hasta la ventana donde ella había estado hacía un minuto. Podía verle, sentirle, hasta casi podía olerle. Iba descalzo, llevaba puestos unos pantalones de chándal gris ajustados, y una camiseta negra. Y en sus manos tenía algo. No lo llegaba a ver bien porque tenía la cabeza pegada al sillón.

Estaba haciendo algo con la ventana. Daba la sensación de que la estaba cerrando, o entornando, pero no del todo.

Fue en esos momentos cuando vio lo que tenía en las manos: unos prismáticos. Los había metido en la ranura de la ventana y estaba mirando por ellos.

Es más, podría jurar por la dirección en que los había puesto que estaba observando su casa. Bueno, observando no sería la palabra más adecuada, debería decir “espiando” su casa…

Desde allí se veía toda la ciudad, la calle, las otras casas, pero él movía los prismáticos de un lado a otro, como buscando algo. No cabía duda de que fuera lo que fuera que buscaba siempre enfocaba hacia donde estaba su casa.

De pronto se quedó sin habla.

Parecía que él se estaba acercando más. Había dado un paso hacia delante y estaba apenas a unos centímetros del borde del sillón.

No podía ser pero le daba la sensación de que él se estaba moviendo lentamente, hacia un lado y hacia otro. Como si … no era eso. No…

Es como si se estuviera restregando…

No podía ser…

Sí… sin lugar a dudas se estaba frotando contra el borde del sillón. Estaba restregando muy lentamente la entrepierna contra uno de los cantos del sillón. Y apenas a unos centímetros de donde tenía su cara.

No hay que ponerse nerviosa! Los chicos suelen hacer esas cosas continuamente, por el motivo que sea les suele picar ahí abajo, y se rascan muy a menudo, lo hacen incluso inconscientemente, delante de la gente, así que es lo más natural del mundo, no pasa nada, es un acto reflejo… nada más.


Pero no…
Aquello no era picor…

Y lo peor de todo era aquellos pantalones de chándal ajustados. Era casi como si no llevara nada. Podía ver perfectamente todo, como estaba rozando la punta de su pene contra el borde del sillón. Además no llevaba ropa interior!

Menudo guarro!

Se movía lentamente, hacia delante y hacia atrás, un poco hacia un lado, y otro poco hacia otro, mientras observaba por los prismáticos.

Podía ver perfectamente como poco a poco su pene iba creciendo dentro del pantalón. Se estaba hinchando, aumentando por momentos, casi saliéndose por la parte de arriba del chándal.

Si al menos no llevara puestos aquellos pantalones de chándal ajustados. Y sin calzoncillos!! Era un guarro, no cabía duda.

Aquella cosa era cada vez más grande, y él la estaba restregando con toda su longitud contra uno de los bordes.

En uno de los vaivenes, pudo observar como sobresalía la punta del pene por encima de la parte superior del chándal. Podía ver como relucía, estaba húmeda. Apenas a unos 30 centímetros de su cara.

Fuera lo que fuera, no se trataba de picor. Eso estaba claro. Cuando a alguien le pica algo, se rasca un momento y ya está, pero no se frota una y otra vez.

Él seguía con ese movimiento insistente, recorriendo toda la longitud de su pene, desde
un extremo hasta el otro, muy despacio, parándose un poco más en la punta y regresando nuevamente hasta su base. Incluso la parte superior del pantalón parecía que se estaba humedeciendo ligeramente con el roce.

Lo único bueno de todo aquello (si es que podía decirse que había algo bueno) es que él no apartaba la vista de los prismáticos, seguía observando detenidamente y al menos así no la veía a ella.

Ahora se había quedado quieto, ya no se frotaba. Estaba apoyando toda su verga contra una de las esquinas del sillón. Justo en la esquina. Y empezó a moverse lentamente, pero no hacia un lado y hacia otro, si no hacia delante y hacia atrás. Despacio, casi imperceptiblemente, pero se estaba moviendo. Hacia atrás y hacia delante.

Con cada movimiento la punta del pene sobresalía por la parte superior del pantalón. La piel quedaba prensada en el borde del chándal y la punta reluciente subía y bajaba lentamente.

Aquello parecía no tener fin. Los movimientos eran lentos, pero constantes, y el pantalón parecía bajar cada vez más. Ahora podía ver claramente una mancha oscura en la parte donde el pene desnudo rozaba con la tela.

Era un espectáculo vulgar y sucio. Casi podía olerlo! quería apartar la vista, mover la cara y salir corriendo para refugiarse en su casa, pero no podía hacer nada. Cualquier mínimo ruido o movimiento la delataría.

Y él seguía allí insistentemente, parecía como si cada movimiento llevara el pene cada vez más lejos, sobresaliendo del pantalón más y más. Muy despacio, pero sin parar.

De pronto, apoyó la mano derecha en el sillón. Había soltado los prismáticos y había bajado su mano.

Daba la sensación de él estaba observando con más atención, pero no podía asegurarlo. Un pensamiento cruzó por su cabeza, pero no podía ser cierto: tal vez él espiaba desde allí y a lo mejor la estaba buscando a ella.… no podía ser verdad.

De pronto contempló horrorizada como él desplazó su mano desde el sillón hasta su entrepierna. Y allí empezó a mover un dedo, primero situándole en la parte superior del pene y luego rodeando todo su contorno hasta llegar a la base.

Aquellos pantalones eran indecentes, era casi como si estuviera desnudo, se notaba todo perfectamente: la forma, los pliegues de la piel, la dureza. Y por encima el dedo lo acentuaba todo mucho más.

Siguió acariciándose con el dedo, descendiendo y rodeando aquellos dos bultos que se marcaban debajo del pene. Volvía a subir, parándose en la parte superior durante unos segundos, para volver a descender poco después. Parecía que cada vez llegaba más abajo con la mano, metiéndola entre sus piernas …

Este tío estaba loco! Jamás debería haber entrado en la casa! Maldita la hora en que se había ocurrido esta feliz idea! Qué narices hacía ella allí? Si se enteraban sus padres seguro que le echarían una bronca de tres pares de narices!

Ahora empezó a apretarse el pene con toda la mano, por encima del pantalón. Lo estaba rodeando con la mano y estrujándolo con fuerza. Marcándose perfectamente en la delgada tela del chándal. Parecía que aquello iba a estallar, la punta se delineaba a la perfección, humedeciendo el pantalón cada vez que lo apretaba. Era como si creciera cada vez más con cada apretón, como si fuera a romper el pantalón. Además acompañaba el apretón con un pequeño movimiento de cadera, lo que lo hacía sobresalir aún más y lo desplazaba hacia arriba. Se fijó con desagrado que la parte superior del chándal descendía unos milímetros con cada movimiento! Si seguía así dentro de poco el pene le saldría del pantalón!!

Si al menos llevara ropa interior!!! Era horrible!!! No podía seguir viendo aquello!! Así que sin pensarlo dos veces, giró lentamente la cabeza para apartar la vista de aquella sucia visión….

Pero entonces sucedió algo…

Un silencio…

Él había parado de moverse, ya no se frotaba! Ya no escuchaba el sonido de la tela! Pero había apartado la cabeza y ahora no veía lo que estaba haciendo!! Se habría dado cuenta de que ella estaba allí? De sólo pensarlo su corazón pareció encogerse dentro del pecho…

Y de pronto escuchó a sus espaldas…

- Pero que narices estás haciendo ahí?!

Maldición, la había descubierto! Si sería tonta! No tenía que haberse movido, tenía que haber permanecido quie…

- He dicho que qué narices estás haciendo ahí?! –volvió a repetir y por su voz parecía enfadado…

- Hola… - respondió ella timidamente levantándose y mirándole a la cara.

- Qué hola ni que ocho cuartos! Me puedes decir que haces en mi casa, ahí escondida? –definitivamente estaba enfadado. El tono de su voz y la expresión de su cara así lo indicaban. Aunque no era para menos.

- Yo venía… yo vivo ahí enfrente… soy la vecina que vive…

- Ya sé quien eres –la interrumpió- me has tomado por tonto o qué? Pero lo que no sé es que narices estás haciendo aquí escondida!!

Vaya! Se sentía confusa y las palabras no le venían con claridad. Y era ahora precisamente cuando más las necesitaba.

- Yo he venido a darte las llaves… -empezó a decir

- Pero qué dices? Qué llaves? –volvió a interrumpirle él.

- Las llaves de tu casa. Me las he encontrado en la calle y he venido a dártelas –por fín! Eso es lo que tenía que haberle dicho desde un principio, así quedaría todo aclarado y el se tranquilizaría.

- Las llaves de mi casa? Estás borracha o que te pasa? Las llaves de mi casa las tengo yo y…

- No! –ahora le interrumpió ella, había ganado un poco de confianza y quería aclarar este malentendido de una vez por todas - las llaves estaban en la puerta de calle y las cogí para que nadie las robara.

- Pero qué dices? Eres una mentirosa!! –dijo él enfadado- A ver… si tienes mis llaves me las puedes enseñar?
- Las dejé en la entrada!! –respondió ella intentando explicarse. Parecía que todo se estaba aclarando. Él estaba enfadado, pero parecía que la conversación iba por buenos términos.

- Y si las dejaste en la entrada… qué demonios haces escondida, espiándome? –maldita sea, tenía razón. No tenía que haberse escondido.

- Es que no podía salir de la casa… -intentó disculparse.

- Sí, claro y como no puedes salir de casa, subes aquí, te escondes y esperas a que yo aparezca para espiarme… Yo lo que creo es que eres una mentirosa compulsiva. Si las llaves estuvieran en la calle, lo lógico sería echarlas al buzón, o incluso arrojarlas por encima del muro. O podrías haber llamado y te habría abierto la puerta...

- Pero si eso es lo… -intentó explicarle ella inútilmente

- Cállate! –le interrumpió él, dando un paso hacia delante y aproximándose a ella -Déjate de tonterías, podías haber dejado las llaves en la entrada, o en el garage, o en la cocina. Pero qué estoy diciendo! si ni siquiera tienes la llaves!!! –a medida que hablaba él se aproximaba más y más hacia a ella- …Yo lo que creo es que eres una mirona

- Qué dices! Eso no es cierto! –le salió del alma

- Cómo que qué digo? Siempre estás ahí arriba, en tu terraza, observando a todos en el vecindario. Espiándonos, como cuando corto el césped, o cuando tomo el sol en el jardín. Tú lo que eres es una guarrilla a la que le gusta mirar!!!

No podía creer lo que estaba oyendo. Esto parecía una película erótica pero de las malas! Le estaba dando la vuelta a todo, vale que su argumento tenía cierto sentido y que ahora ella se daba cuenta de que jamás había tenido que entrar en la casa, pero aun así no era como para llamarla esas cosas.

Pensó por un momento salir corriendo, llegar hasta la puerta y bajar por las escaleras a todo meter.

-No estarás pensando en salir corriendo? –dijo él.

Vaya! debía haberse delatado con la mirada. Debía haber girado los ojos ligeramente hacia la puerta sin darse cuenta.

- No, no es eso! –respondió intentado disculparse, bajando la vista compungida. Y observando con sorpresa que el aun seguía manteniendo la erección, es más, incluso juraría que ahora mismo estaba más grande que antes.

-Vaya! Parece que no te da vergüenza mirarme! –dijo él que debía haberse dado cuenta de que ella había parado la vista un instante en sus pantalones.

Y antes de que pudiera responder, él saltó sobre ella como un felino, poniéndole una zancadilla y derribándola al suelo. Se puso encima de ella como un relámpago, sentándose encima de sus piernas y sujetándole las muñecas y con las manos.

-Pero qué haces? –se quejó ella- ¡!suéltame!!

-Cállate! –le gritó él- su voz era firme y desafiante. Y la presión que ejercía con sus manos era brutal, apenas podía moverse. – Y si eres una ladrona, o una asesina??.. –continuó él.

La tensión y los nervios la traicionaron. Pero no pudo más que echarse a reir. Ella una asesina? Una ladrona? Sabía que no debía reírse, pero no pudo evitarlo…

-Así que te hace gracia, eh? Claro… que si soy la vecina buena, que si me he encontrado las llaves, que si yo me escondo –a medida que hablaba acercaba su rostro más al de ella- que si tu te escondes… que si yo te cuento una historia –ahora apenas tenía su rostro a diez centímetros de su cara- … que si esto, que si lo otro…

Y antes de que se pudiera dar cuenta, con un movimiento rápido, él saco la lengua y le dio un lengüetazo en toda la boca! Argh! Le había dejado los labios llenos de su saliva.

-Pero qué haces! –se quejó ella

-He dicho que te calles! –repitió él haciendo más fuerza con su manos en las muñecas.

Y con un movimiento rápido que la pilló desprevenida, subió las piernas hasta su pecho, poniéndose a horcajadas, sin relajar ni un momento la presión de sus muñecas.

Era horrible, en esta nueva posición ella podía observar toda su entrepierna sobre su pecho, comprobando horrorizada que no había perdido la erección!

- Esta bien, está bien! –gimió ella- me rindo…. Tienes razón, pero ahora déjame en paz por favor. Suéltame y déjame ir. Te prometo que no te molestaré nunca más. Tienes mi palabra –lo mejor era darle la razón, él era fuerte y si se resistía ella tenía todas las de perder. Así que lo mejor era decirle que sí y así podría volver a casa cuanto antes.

- Claro que tengo razón!! –fanfarroneó él– yo ya sabía que eras una mirona… -su voz rezumaba un tinte de victoria inconfundible-

-Ahora que estás ahí tumbada –continuó- ahora sí que puedes vérmelo todo perfectamente, no? –y mientras decía eso con un movimiento brusco, le movió los brazos hacia lo alto de su cabeza, sujetando las dos muñecas con una sola mano y quedándole la otra libre. Intentó mover los brazos, pero era inútil, la fuerza que ejercía era increíble.

Contemplo horrorizada, como llevaba la mano que tenía libre hasta su entrepierna.

-Esto es lo que te gusta mirarme, no? –dijo acariciando su miembro de arriba abajo como había echo anteriormente. –te gusta ver como me toco? – y su mano lo agarró con fuerza por encima del pantalón, delimitándolo perfectamente delante de su cara.

-Y si lo muevo así? de arriba abajo –dijo agitándolo para adelante y para atrás, mojándo la tela del chándal que rozaba la cabeza del pene. Aquello parecía que iba a explotar. Latía como si fuera algo vivo y aunque no podía verlo parecía que estuviera al rojo vivo.

-Aunque yo creo que lo que a ti más te gusta es esto… -añadió soltando el pene y deslizando su dedo a lo largo de toda su extensión hacia su entrepierna. A medida que bajaba el dedo, él subió la cadera para que ella pudiera verlo todo mejor –Seguro que lo que más te gusta a ti es estas dos cositas –dijo, acariciándose los testículos, pasando la palma de su mano hacia delante y hacia atrás y levantándolos con cada movimiento. Aquellos bultos se notaban perfectamente en el pantalón, sobresaliendo por cada extremo de la palma de la mano.

-O tal vez lo que más te guste de todo es otra cosa… no? –añadió - otra cosa que está un poco más abajo –y con el dedo siguió la curva de la pelvis hasta meter la mano entre la entrepierna. Estaba deslizando el dedo hacia su culo, acariciándoselo hacia delante y hacia atrás. Acompañándolo con pequeños movimientos de cadera. –Sí, seguro que a ti lo que realmente te gusta es esto- y al terminar la frase el hizo fuerza con el dedo, como tratando de introducirlo ligeramente en el ano… no, no podía ser,

Era un espectáculo burdo y sucio. No podía ser cierto…

-Pero no te preocupes, lo vamos a descubrir ahora mismo –y al decir esto, movió su cadera hacia delante hasta dejarle la entrepierna a apenas unos centímetros de su cara. Inmediatamente volteó la cabeza hacia un lado para evitar el contacto con aquello. Pero él le cogió la cabeza con la mano que tenía libre y la obligó a llevarla de nuevo a donde estaba antes.

-Vamos a ver si te gusta esto… -dijo aproximando lentamente su pene, hasta rozarle uno de los carrillos con uno de los lados. El contacto la hizo estremecerse, estaba ardiendo, muy caliente y era asqueroso. Empezó a moverlo hacia arriba y abajo, restregándose contra sus mejillas. Notaba cada pliegue, cada vena, cada arruga.

Se retiró ligeramente, para que ella pudiera verlo bien. Movió las cadera y acercó la punta del pene delante de su cara!

No querría acercárselo a los labios??!!!

Además aquella parte del chándal estaba humedecida. Intentó mover la cabeza, pero él la tenía sujeta como una piedra. Se movió nuevamente, aproximando el chándal húmedo hasta sus labios, muy despacio, como deleitándose con el sufrimiento de ella.

Se aproximó hasta casi un milímetro de su boca. Podía olerlo perfectamente, era un olor mezcla entre sudor y sexo, un olor sucio.

Intentó apartarse, pero era inútil.

Fue entonces cuando lo sintió. Sintió ese calor en la comisura de los labios, desplazándose siguiendo la línea de los labios. Y dejando un rastro de humedad. Se movió de un lado para otro, hasta detenerse en mitad de la boca, para hacer una ligera presión como intentando introducírselo en la boca…

-Vaya, parece que esto te gusta! –dijo él retirándose. Pero al echarse para atrás, acercó más la pelvis a su cara. –Ahora vamos a comprobar qué te parece esto otro- Y de nuevo acercó la entrepierna, pero esta vez lo que le acercaba a la cara eran aquellos dos bultos que colgaban debajo del pene.

Intentó mover la cabeza, pero seguía siendo inútil, estaba completamente inmovilizada. No podía hacer nada.

Observó impotente como acercaba sus testículos hasta su rostro, restregándoselos contra la nariz, y contra los mofletes, moviéndolos en sus labios una y otra vez y cada vez que llegaba a su boca, hacía fuerza hacia dentro, como intentando metérselos dentro! Le estaba dejando sin respiración.

-No… yo creo que esto tampoco te gusta… -dijo él retirando unos centímetros hacia atrás su cadera y dejándole coger aire.- Yo creo que lo que más te gusta de todo es esto- y al decir esto se echó hacia delante, situándose con un rápido movimiento encima de sus pecho e inmovilizando sus brazos con sus dos rodillas, y así le quedaban los brazos libres –a ti lo que más te gusta es esto...- añadió levantando más aun la cadera y poniéndose justo encima de su cara.

Bajo su mano hasta su entrepierna, un poco detrás de sus testículos, y empezó a acariciar esa zona, haciendo una ligera presión cada vez que llegaba a aquella depresión. –Seguro que esto es lo que más te gusta de todo- y al decirlo, hizo tanta presión hacia dentro que dio la sensación de que se iba a romper el pantalón –seguro que quieres olérmelo, y chupármelo –añadió acercándolo hasta su boca.

Argh! era asqueroso. Intentó nuevamente mover la cabeza, pero tenía las dos piernas a cada uno de los lados, y ahora era incluso más difícil que antes. Le puso todo el culo encima, pero justo antes tomo aire para poder aguantar la respiración y tener que soportar aquello. Notaba sus testículos sobre su frente, y un calor en su cara, en su boca, sobre su nariz. No podía creer que le estuviera asfixiando con su culo.

Se apartó para dejarle tomar aire. Y de nuevo volvió a apretarse contra ella, restregándoselo todo sobre su boca y sobre su nariz. Lo notaba como hacia fuerza una y otra vez contra sus labios… pero se estaba pasando, ahora apenas podía respirar, la estaba asfixiando…

Cuando pensaba que iba a perder el conocimiento, el se apartó permitiéndole tomar una bocanada de aire! Estaba loco!!!

- Vaya! Parece que no podemos respirar, no? Pues te voy a decir una cosa, te voy a poner mi culo en tu cara y no lo voy a levantar hasta que note como tu lengua me lo moja! –su voz era el de una persona enloquecida… estaba loco perdido!!!

- Estás… -comenzó a decir pero antes de que pudiera terminar la frase él volvió a colocar su culo sobre su cara. Sus sentidos parecían haberse agudizado y ahora podía olerlo y sentir como se contraía rítmicamente. Era asqueroso. Ya podía esperar si quería que se lo chupara…
Bueno, eso es lo que pensó hasta que el aire le comenzó a escasear. Intentó mover la cabeza, pero era inútil. Aguantó un poco más, pero era imposible, la iba a ahogar entre sus piernas si no hacía lo que decía. Así que saco la lengua y comenzó a lamer aquello…

En ese mismo instante él se retiró, permitiéndole tomar aire nuevamente.

-Muy bien! –parece que vamos aprendiendo. Así me gusta!! –y volvió a bajar su culo sobre su cara. Podía sentir ese orificio perfectamente, moviéndose sobre su nariz, y sobre su boca. Pero esta vez ya no esperó a que le faltara el aire, saco la lengua y lamió aquello, sintiendo como su lengua lo rozaba.

Volvió a apartarse para dejarla respirar.

- Ya sabía yo lo que a ti más te gustaba!! –dijo sonriendo-

- Ahora sabes lo que voy a hacer, no?

Ella estaba destrozada. Apenas tenía fuerzas para nada, y menos aun para tratar de razonar con ese maníaco.

- Ahora te voy a dar lo que has venido a buscar – Y diciendo esto, metió su mano derecha por dentro de los pantalones y comenzó a agitar su miembro delante de su cara. Apenas a unos centímetros. La parte delantera del chándal estaba humedecida casi como se hubiera orinado por encima, y desprendía un olor muy fuerte. Con cada movimiento el pantalón se desplazaba hacia atrás y ya asomaba la parte superior por encima. –Te lo voy a echar en tu boquita, para que sepas lo que es bueno.-

Ahora tenía todo el pene fuera del pantalón. Podía verlo como se agitaba a un centímetro de su boca, rozándole con cada movimiento, impregnándole con esa sustancia viscosa las mejillas, la nariz y los labios.

Mientras se masturbaba enérgicamente con la derecha, bajo el pantalón con la izquierda, dejando al descubierto sus testículos –Ahora quiero que me chupes los huevos- exigió vulgarmente con un tono autoritario- restregándoselos contra los labios.

Ella no estaba dispuesta a hacer semejante cosa!

–Si no lo haces te voy a asfixiar aquí mismo - la amenazó con esa voz de maníaco que había empleado antes, y como prueba le tapó con una mano la boca y la nariz impidiéndole respirar.

No quería más problemas, así que abrió ligeramente los labios. Inmediatamente el retiró al mano de su cara, y muy lentamente acercó los testículos hasta sus labios. Estaban calientes, muy calientes. –Vamos! Chúpalos! –le dijo- a lo que haciendo de tripas corazón saco la lengua y la apoyó sobre ellos, notando como él se los restregaba una y otra vez contra ella, de arriba abajo, hasta llevarlos a su nariz.

Volvió a retirarse sin dejar de masturbarse.


-Y ahora te los vas a meter en la boca. Primero uno y luego el otro… -y sin esperar un momento, empezó a ejercer presión sobre sus labios, hasta que notó como iba introduciendo aquella masa bola caliente dentro. Se retiró para sacarlo y volvió a ejercer fuerza para volver a introducírselo otra vez.

… continuará…